“¿A quién buscan?” son las primeras palabras de Cristo en el evangelio
de san Juan; quiere averiguar la recta intención de estos primeros seguidores.
El joven Samuel en la primera lectura también buscaba a Dios, por eso le servía
feliz en el templo día y noche a las órdenes del sacerdote Elí. San Pablo nos
recuerda en la segunda lectura que quien busca y encuentra al Señor tiene que
llevar una vida digna, porque somos del Señor y nuestro cuerpo se convierte en
templo del Espíritu.