“La
familia está en el centro de la realidad humana”; “no hay futuro para las
sociedades que desestructuran la familia”. Sin embargo, con sutiles
instrumentos de manipulación intelectual y jurídica y de ambigüedad
terminológica, se extiende cada vez más, también en nuestra patria mexicana, una mentalidad que con el pretexto de progreso
y de modernidad va destruyendo los principios y los valores básicos del
matrimonio y de la familia.