sábado, 29 de marzo de 2014

Homilía IV domingo de cuaresma/A

Homilía IV domingo de cuaresma/A
El hombre, ciego de nacimiento del Evangelio, jamás ha visto nada ni a nadie. En el momento en que adquirió la vista, se le manifestó, por vez primera, todo el mundo que nosotros vemos cada día, como una novedad absoluta… Hasta ahora se manejaba con la ayuda del tacto, quizá con la ayuda del bastón blanco, como los ciegos de nuestro tiempo, o tal vez lo ayudaba un perro-guía. Sin embargo, estas ayudas apenas le permitían moverse con trabajo, sufriendo muchas dificultades en la vida dentro del estrecho círculo de los objetos. ¿Qué experimentó al adquirir la vista? ¿Cómo debería vivir ahora? ¿En qué perspectiva debía sentirse liberado? Liberado porque veía.