miércoles, 9 de noviembre de 2011

LECCIONES DE APOLOGÉTICA


LECCIONES DE APOLOGÉTICA
APRENDE A VIVIR, DIFUNDIR Y DEFENDER TU FE
¡Ser discípulos misioneros!
LO QUE PIERDE UN CATÓLICO QUE SE HACE PROTESTANTE
Es tanto, tanto lo que pierde un católico que se hace protestante, que apenas si podemos dejar consignada una mínima parte de ello en este número de formación cristiana católica. Y conste que no buscamos una crítica destructiva contra ninguna denominación religiosa, sino que es una postura desde la Verdad de la Revelación en la Biblia y en la santa Tradición Apostólica; porque una cosa es criticar y calumniar como lo hacen ellos con los cristianos católicos, hablar sin fundamento, y otra cosa es ser críticos, fundamentados en la Verdad de la Revelación de Dios al hombre.
1. PIERDE, LOS SACRAMENTOS
Perder los sacramentos es la pérdida más grande de un católico al hacerse protestante: ha perdido ¡EL ORO de la religión de Cristo! por no haber entendido lo que son los Sacramentos, su excelencia, la gran necesidad que de ellos tenemos para poder seguir la Moral de Cristo.
Por su ignorancia religiosa se fueron sin haber conocido su fe, pues no se dieron cuenta de que los Sacramentos son el medio de que se valió Nuestro Señor para confortarnos, para que estemos con El, para ayudarnos a ser buenos y santos.
Los sacramentos fueron instituidos por Cristo
Todos los sacramentos fueron instituidos por Cristo. Él determinó la gracia y el signo sensible correspondiente para cada uno de ellos. Los 7 sacramentos corresponden a las diferentes etapas de la vida de un cristiano: nacimiento, crecimiento, curación y la misión que cada cristiano tiene. Y en cierto modo, existe una semejanza entre las etapas de la vida natural y la vida espiritual (Cfr. S. Tomás de Aquino, S. Th 3, 65, 1).
Aunque en ninguna parte de la Biblia encontramos un texto que hable de todos ellos juntos, encontramos diferentes pasajes que hablan de ellos de manera clara y explícita, veamos:
Bautismo: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 29). “Y les dijo: Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la Creación. El que crea y sea bautizado, se salvará, el que no crea, se condenará.” (Mc 16, 15-16).
Confirmación: “Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo” (He 8, 17; 19, 6).
Eucaristía: “Mientras estaban cenando, tomó Jesús el pan, y lo bendijo, lo partió, y dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomen, coman, este es mi cuerpo. Tomó luego una copa y, dadas las gracias se la dio, diciendo ‘Beban todos de ella’.” (Mt 26, 26-27), porque esta es mi sangre.
Reconciliación: “Yo les aseguro: todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo”. (Mt 18, 18). “A quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; a quienes se los retengan, les quedaran retenidos” (Jn. 20, 23)
Unción de los Enfermos: “expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y se curaban” (Mc 6, 13). “¿Está enfermo alguno entre ustedes? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor”. (Sant 5, 14)
Orden sacerdotal: al final de la última Cena dijo Hagan esto en conmemoración mía. Y este testimonio: “No descuides el carisma que hay en ti, que se comunicó por intervención profética mediante la imposición de manos del colegio de presbíteros”. (1Tim 4, 14)
Matrimonio: “De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre” (Mt 19, 6). “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es éste, lo digo con respecto a Cristo y a su Iglesia”. (Ef. 5, 31-32)
Por consiguiente, los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero como signos, también tienen un fin pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por esto se llaman sacramentos de la fe. Confieren ciertamente la gracia, pero también la celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir con fruto la misma gracia, rendir el culto a Dios y practicar la caridad.
Todos estos dones, que recibimos en los sacramentos, los han dejado de recibir los que han dejado de ser cristianos católicos, llamados a ser apóstoles y a vivir en comunión. Los evangélicos no reconocen los sacramentos instituidos por Jesucristo por los cuales El se hace presente entre nosotros. Lo más grave es que no tienen el sacramento del perdón y de la Eucaristía. Aunque creen en el matrimonio como designio de Dios, no lo tienen como sacramento. Desde luego no tienen sacerdotes porque no tienen el sacramento del Orden sacerdotal…
2. RENUNCIARON A TENER A MARIA POR MADRE
Malamente, los que se han separado de la Iglesia católica, por haberse salido de ella antes de conocerla, piensan que los católicos “adoramos” a María y a los santos en sus imágenes, pero sabemos que no es así. En la Iglesia católica no veneramos las imágenes, sino a las personas que representan las imágenes, y a las imágenes, las valoramos y apreciamos por lo que representan.
En la Iglesia Dios manda alabar a María. El ángel Gabriel enviado por Dios saludó a María con estas palabras: “Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo” (Lc 1,28). Dios Padre ha querido asociar a María a la realización de su Plan de Redención: María está asociada a la obra de su Hijo, el Señor Jesús. No es un simple capricho o exageración el reconocer la maternidad divina de María. El misterio de María está íntimamente unido al misterio de su Hijo. En Ella “todo está referido a Cristo”, subordinado a Él. María no tiene naturaleza divina y todos sus dones le vienen por los méritos de su Hijo, y no por ello deja de ser una mujer única, con dones únicos, para una misión muy particular en la historia de la salvación.
Las objeciones contra la Santísima Virgen María provienen de algunas tendencias fundamentalistas cristianas, principalmente los Evangélicos, los cuales tratan de minimizar el culto a la Virgen, como si la gloria de la Madre fuera en detrimento de la gloria del Hijo.
Nuestro culto a la Santísima Virgen María no disminuye nuestro culto a Cristo, sino que lo acrecienta, pues la Madre siempre nos lleva al Hijo: “Hagan todo lo que El les mande” (Jn. 2, 5).
El poder intercesor de la Santísima Virgen María, lo han perdido los católicos que se han hecho protestantes. Y han perdido la maternidad de María, la Virgen, a la que Cristo nos dio por Madre, cuando crucificado en el Calvario le dijo: Mujer, ahí tienes a tu Hijo (Jn.19, 26), y a pesar de leer esto en sus propias Biblias, los protestantes no la quieren por Madre.

PERDIERON EL CULTO A LA MADRE DE DIOS Y A LOS SANTOS
Dentro del culto especial que los Católicos rendimos a los Santos está, principalmente, su imitación. La intención de la Iglesia al presentarnos a los Santos canonizados es para que imitemos su forma de relacionarse con Dios y sigamos su ejemplo y sus consejos.
La imitación es un principio contenido en la Biblia. No sólo San Pablo aconsejaba que se le imitara a él en su seguimiento de Cristo y a que se siguieran las enseñanzas que trasmitía (Cfr. 1 Cor. 11, 1-2), sino que también recomendó imitar a los guías espirituales que habían ya muerto y que eran considerados dignos de ejemplo: “miren cómo terminaron su vida e imiten su fe” (Hb. 13, 7).
Así como la Virgen María, los Santos siguen intercediendo en el Cielo por nosotros. En efecto, san Juan en el Apocalipsis expresamente nos hace saber que esto es así, cuando nos describe a los Santos ofreciendo nuestras oraciones a Dios. Los describe como “los veinticuatro ancianos” (los guías del pueblo de Dios en el Cielo) “que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos” (Ap. 5, 8). Así que los Santos, aquellos seres humanos que nos han precedido en la gloria eterna, interceden por nosotros ante Dios de manera activa y continua.
Como el protestantismo no es una Religión Sobrenatural, no puede producir Santos. De aquí el odio que tienen por las Imágenes, las que combaten de cuantas maneras pueden.
3. APAGARON LA BÍBLICA ORACIÓN DEL SANTO ROSARIO
Desde siempre, María de Nazaret, ha sido el centro de la vida espiritual de los discípulos de Jesús, después de Él, que es la Puerta, el primero y el último, el centro y fin de la historia. Y Con el rosario el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Es una oración típicamente meditativa y se corresponde de algún modo con “la oración del corazón” u “oración de Jesús”.
La las oraciones que se rezan en el Rosario, tienen su origen en la Biblia, a excepción de algunas palabras o frases, compuestas por la Iglesia. Por ejemplo, la primera mitad del Ave María es textualmente bíblica. La segunda mitad no viene directamente de la Sagrada Escritura, pero su significado es enteramente bíblico: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte”.
4. SE OLVIDARON DE QUE HAY INFIERNO
Respecto del Infierno hay errores muy difundidos entre los que han dejado de ser católicos: unos creen que el Infierno no existe. Otros creen que sí existe, pero que allí no va nadie, aduciendo que Dios es infinitamente bueno. Pero no hay que olvidar que Dios es, al mismo tiempo, infinitamente justo.
El infierno es un estado que corresponde, en el más allá, a los que mueren en pecado mortal y enemistad con Dios, habiendo perdido la gracia santificante por un acto personal, es decir, inteligente, libre y voluntario.
Jesucristo habla de lo que es el infierno y vino al mundo para librarnos de ese castigo, a enseñarnos el camino para llegar al Cielo. Por otra parte, si el infierno no existiera, ¿qué sentido tendría la salvación? ¿A qué hubiera venido Jesús al mundo? ¿A salvarnos de qué?
5. PERDIERON EL SENTIDO DE LA UNIDAD Y DE LA AUTORIDAD
Desconocer la autoridad del Papa es no aceptar las Escrituras en su totalidad y, a la vez, desconocer la intención de Jesús de fundar su Iglesia, la Iglesia Católica. Como es imposible no aceptar que los Papas son sucesores directos de San Pedro, el primer Papa, entonces se trata de demostrar que Cristo no edificó su Iglesia sobre Pedro. Hay suficiente evidencia en el Nuevo Testamento de que Pedro era el primero en autoridad entre los Apóstoles. Y por otra parte, los Padres de la Iglesia, aquellos cristianos más cercanos a los Apóstoles en tiempo, cultura y preparación teológica, entendieron en forma clara que Jesús prometió construir su Iglesia sobre Pedro.
Así, al no aceptar este plan de Cristo, los no católicos se han proliferado en miles de grupos, creyendo cada uno lo que mejor le conviene.
6. PERDIERON EL PURGATORIO Y LA ORACIÓN POR LOS DIFUNTOS
Esta doctrina es impugnada por los protestantes, porque, dicen, la palabra Purgatorio no aparece en la Biblia. A esta cuestión podemos responder que, ciertamente la palabra literal no aparece en la Biblia, pero no por eso se puede descartar su existencia, pues a pesar de no aparecer los términos en la Sagrada Escritura, sí aparece la realidad de lo que significan en la Biblia. En II Macabeos nos muestra que el pueblo hebreo creía en un estado intermedio, ni Cielo, ni Infierno eterno, al narrarnos que después de sepultar a los caídos, los soldados de Judas Macabeo “rezaron al Señor para que perdonara totalmente ese pecado a sus compañeros muertos”.
7. LA BIBLIA Y LA TRADICIÓN
Después de esto podemos decir que la revelación divina ha llegado hasta nosotros por la Tradición Apostólica y por la Sagrada Escritura. No debemos considerarlas como dos fuentes, sino como dos aspectos de la Revelación de Dios. La Tradición y la Escritura están unidas y ligadas, de modo que ninguna puede subsistir sin la otra.
La Sagrada Escritura presenta la Tradición como base de la fe del creyente: “Todo lo que han aprendido, recibido y oído de mí, todo lo que me han visto hacer, háganlo” (Fil.4,9); “Lo que aprendiste de mí, confirmado por muchos testigos, confíalo a hombres que merezcan confianza, capaces de instruir después a otros” (2. Tim 2, 2)…
Es un error creer que basta la Biblia para nuestra salvación. Esto nunca lo ha dicho Jesús y tampoco está escrito en la Biblia. Jesús nunca escribió un libro sagrado, ni repartió ninguna Biblia. Lo único que hizo Jesús fue fundar su Iglesia y entregarle su Evangelio para que fuera anunciado a todos los hombres hasta el fin del mundo. Fue dentro de la Tradición de la Iglesia donde se escribió y fue aceptado el N.T., bajo su autoridad apostólica. Además la Iglesia vivió muchos años sin el N.T., el que se terminó de escribir en el año 97 después de Cristo.
Por tanto, si aceptamos solamente la Biblia, ¿cómo sabemos cuáles son los libros inspirados? La Biblia, en efecto, no contiene ninguna lista de ellos. Fue la Tradición de la Iglesia la que nos transmitió la lista de los libros inspirados. Los evangélicos, al aceptar solamente la Biblia, están reduciendo considerablemente el conocimiento auténtico de la Revelación Divina. Guardemos esta ley de oro que nos dejó el apóstol Pablo: “Manténganse firmes guardando fielmente la Tradiciones que les enseñamos de palabra y por carta” (2 Te 2, 15).
En conclusión, expuesto brevemente lo anterior, cabe preguntar ¿en cambio de haber perdido tanto, tantísimo, qué es lo que ha ganado un católico que se ha hecho protestante? Por tanto, es falso que los protestantes conozcan bien la Biblia, pues tuercen lo que ella dice. Por otra parte, ¡a cuántas cosas los invita y compromete su pastor!
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A la entrada del Templo parroquial de Nuestra Señora de la Soledad