miércoles, 27 de julio de 2011

30o. aniversario de Ordenación saceerdotal 1981-2011


30º. ANIVERSARIO DE MI ORDENACIÓN SACERDOTAL
Sr. Cura Dr. Félix Castro Morales
Homilía que pronunciará el próxima 1º. De agosto próximo (1981-2011)

Hoy, por diferentes voces y caminos, el Señor nos ha convocado para celebrar el sacrificio de la Eucaristía, y el sacerdocio de Jesucristo.
En este acontecimiento hemos querido agradecer el don del sacerdocio en esta comunidad, en la Iglesia, en mi persona; sacerdocio dado por Cristo a la Iglesia para ser conducida, santificada y enseñada, por aquellos que él, en su infinita bondad, ha querido llamar para este ministerio. En esta ocasión deseo toar tres puntos, uno de cada lectura:
1) En el Evangelio de hoy hemos escuchado que El Señor, al ver el hambre y la necesidad que tenían de Él se conmovió interiormente y se puso a curarlos hasta que se hizo tarde. Los discípulos le sugirieron entonces: “despide a la multitud para que vayan a los poblados y compren algo de comer.” Su respuesta fue desconcertante: “No hace falta que vayan, denles ustedes de comer.” “…denles ustedes de comer…” (Mt 14,13-21): esta la es la misión del sacerdote, este ha sido mi oficio durante 30 años de vida sacerdotal, dar de comer a los hijos de Dios de su Pan y de su Palabra.
La misión de Jesús es la misión del sacerdote, a pesar de sus limitaciones, Jesús así lo quiso, ha llamado a los pobres y pequeños para confundir a los fuertes y poderosos. Así, el sacerdote es un pastor, porque cuida de las ovejas de Jesús, los cristianos. Es un profesor, porque enseña el camino hacia Dios. Es un médico, porque es capaz de curar las almas, enfermas por el odio y la violencia. Es un policía, porque es el guardián de la fe. Es un arquitecto, porque levanta y construye la Iglesia, que somos todos los cristianos... Es un pescador, porque consigue reunir en sus redes a todos los fieles. Es un misionero, porque predica la palabra de Dios en cualquier lugar del mundo. Es un pacifista, porque lucha en su vida sin armas y sin violencia. Es un agricultor, porque siembra la semilla de fe y espera recoger su fruto. Es un faro que guía. Y, ¿cómo es? Es generoso. Sabe perdonar. Es la sombra de un árbol. Está dedicado a los demás.
En el sacerdote sigue dando a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre; a través de sus sacerdotes la Iglesia sigue partiendo y repartiendo a todos sus hijos lo que le ha sido transmitido, saciando a las multitudes con el Pan de la Palabra y el Pan de la eucaristía. ¡Y qué manjar más sustancioso que el de su Cuerpo mismo, que nos da la vida eterna!
2) Por otra parte vemos en la primera lectura del libro de los números, que el desierto fue duro para el pueblo. El pueblo murmura por las condiciones en que tienen que vivir y caminar. Añoran la vida que llevaban en Egipto, a pesar de la esclavitud. La libertad siempre da miedo. El desierto es una aventura. Nuestra vida no es tan diferente de la de aquellos peregrinos…
Moisés también se deja contagiar por ese malestar. La impaciencia del pueblo va contra él. Se han olvidado de todo lo que ha hecho por ellos. Y también él se desanima y está tentado de echarlo todo a rodar. Pero se refugia en la oración, una oración muy humana y sentida: “¿por qué tratas mal a tu siervo... por qué le haces cargar con todo este pueblo?”. La crisis es fuerte. “Yo solo no puedo cargar con todo este pueblo. Si me vas a tratar así, más vale que me hagas morir”.
En este peregrinar, pueblo y sacerdote, necesitamos caminar de cada a Dios para no dejarnos impacientar por las dificultades de la vida; necesitamos ser hombre y mujeres de oración, pues la oración pertenece a la esencia de la vida cristiana, porque, como muy bien dice el Catecismo de la Iglesia católica, es la “relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero”.
Entre los medios y expresiones que son más significativos en la vida espiritual del sacerdote está la oración: actividad básica y fundamental en la vida sacerdotal, que hace fecunda su vida personal y pastoral. En efecto, el presbítero, ha de comunicar lo divino a los hombres, hablando primero a Dios de los hombres : la Palabra de Dios, antes de ser proclamada, pide que el que predica se deje poseer y transformar por ella; cuando administra los Sacramentos, cuando reza la Liturgia de la Horas, ha de transparentar la vivencia de lo que celebra y cree. Esta vivencia significa que el ministro de las celebraciones ha de actuar como sujeto y destinatario de las celebraciones al estilo del Señor .
3) Por eso hoy nos reunimos esta parroquia de Nuestra Señora de la Soledad, para exhortarnos unos a otros en este aniversario con el salmo 80 que hemos escuchado: Aclamemos a Dios, nuestra fortaleza (Sal 80). En efecto, Nuestra fortaleza en el servicio al Reino de Dios la recibimos de la Eucaristía que celebramos. El Don de Dios que nos hace Cristo, en su Carne y en su Sangre ofrecidas para la vida del mundo, infunde en nuestra vida un dinamismo nuevo: el del amor, que ni se arredra, ni se esconde; más aún, nos convierte en sus testigos a través de nuestras palabras, acciones y modo de ser. Que Dios a todos nos haga Testigos valientes del Evangelio, discípulos misioneros de Jesús.
Mi más profundo agradecimiento a Dios, por el don de la vida, porque me hizo hijo suyo, por el don del sacerdocio, por el don de estar aquí con ustedes, por el don de la redención, por el don de ser amado por Él; además, por los dones que en el futuro me dará, porque sé que no quedaré defraudado, pues Él permanece fiel, y sé que nunca seré abandonado; ¡“por todo, Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, gracias, te pertenezco…!
Gracias a María, Señora Nuestra de la Soledad. Gracias porque desde el primer momento te encomendé la custodia de mi vocación y has cumplido tu misión con creces. Gracias porque ha sido tu fiat, tu sí, el que ha hecho posible que hoy sea yo quien soy, gracias por tu presencia maternal en estos 30 años de vida sacerdotal, gracias porque me sé tu hijo predilecto en esta parroquia, tú lo sabes, y tus hijos aquí presentes lo ven…
Muchas gracias a mis padres, por su apoyo, sus oraciones, su ejemplo. Gracias emocionadas también a mis hermanos y hermanas
Gracias a esta comunidad parroquial de Nuestra Señora de la Soledad, y a tantos familiares y amigos.
Gracias a todos por estar hoy conmigo…gracias…